
Yo pedí Fuerzas...
y Dios me permitió dificultades para hacerme fuerte. Ejercitando mi libre
albedrío y mi forma de manejar las decisiones erradas, me enriquecí con la
experiencia y crecí en Sabiduría.
Yo pedí Sabiduría...
y Dios me presentó problemas para resolver. Después de mucho leer y adquirir
conocimientos, la sabiduría estaba en aplicarlos constructivamente y con Valor.
Yo pedí Valor...
y Dios me mostró obstáculos para superar. Mientras los superaba me percaté de
que la valentía era equilibrada cuando accionada por el Amor.
Yo pedí Amor...
y Dios trajo a mi vida personas con problemas, para ayudar. Cuando me entregué
al servicio por el Bien con Amor, me percaté que la Prosperidad para conmigo y
otros debía ser en virtudes.
Yo pedí Prosperidad...
y Dios me enseñó a diseñar un cerebro y músculos para trabajar. La Vida se
compone de esfuerzos que me enriquecen y alientan sin necesidad de ser
minimizado con favores divinos.
Yo pedí favores...
y Dios me prestó oportunidades. Con cada oportunidad aprovechada mi espíritu
aumentó en Fuerzas, creció en Sabiduría y se armó de Valor; sirviendo a otros
comprendió el Amor, y la Prosperidad se hizo parte de mí.
Yo no recibí nada de lo que pedí… no recibí todo lo que quería…
pero recibí todo lo que necesitaba… todo lo que me convenía.
*Autor desconocido
(Colaboración del compañero José Arroyo, Director de la Escuela Espirita AllanKardec en, Rio Piedras, Puerto Rico. Espero que más allá del agrado provoque en
cada uno de ustedes la siempre saludable reflexión.)
Un fuerte abrazo,
Daritza Rodríguez-Arroyo